martes, 26 de noviembre de 2013

ECdeP: Preludio de la Trilogía

Traumatizado por una infancia plagada de gárgolas, enanos y trolles (en inglés trolls), decidí dejar de lado ese juego tan mítico que invadía la mayoría de tardes de mi vida. Debía tener alrededor de once años y, por aquel entonces, mis mejores amigos pasaban horas y horas delante del tablero. Tenía claro que no era lo mío, pero, al final, acababas enganchándote si no querías jugar solo. A mí me gustaba el deporte y, en concreto, el balón. No soñaba con ser un bárbaro o un mago, pero debo reconocer que acabé cogiéndole cariño y convencí a mis padres para que me lo compraran. Jugué tanto que casi sabía más que mis amigos. Ese juego de mazmorras pasó a formar parte de mi día a día, hasta tal punto que, aún hoy, recuerdo perfectamente su tablero, sus dados y sus miniaturas. El “HeroQuest”, sin lugar a dudas, marcó una etapa de mi vida.

Poco a poco fui creciendo, al igual que mi animadversión por este juego y, al final, la pelota se impuso a este mundo mágico. Fueron tantas partidas las disputadas que casi acabé medio trastornado. Había llegado el momento de dar carpetazo y olvidar definitivamente a aquella tropa de elfos que invadía mis sueños. Prometí dejar ese mundo atrás y centrarme en otros quehaceres. Era el momento de pasar página y dejar de lado todo aquello. Quizá por eso no fui al cine a ver ninguna de las tres películas de Peter Jackson. La trilogía de El Señor de los Anillos me recordaba, y mucho, a todas aquellas tardes de incesables partidas. Lo que nunca podía imaginar fue lo que ocurrió años después…el pasado siempre vuelve.

Era una noche de viernes y no tenía mucho “plan”. Estaba cansado y con sueño, así que decidí, para terminar de dormirme, ponerme alguna película sin mucho interés que acabara de rematarme. Buscando en el cuarto de mi hermana algún DVD, encontré mi pasado. Allí estaba la primera de las “pelis” de la trilogía de Jackson: La Comunidad del Anillo. En un primer momento pensé: “me niego”, pero, por otra parte, me di cuenta de que sería la idónea para llevar a cabo mi pensamiento: “Será un peñazo y en diez minutos estaré durmiendo”. ¡Qué iluso! En ese momento no fui consciente del giro radical que iba a dar esa noche.

Recuerdo que cuando terminó la película me costó mucho dormirme. Os aseguro que si hubiera conocido algún videoclub abierto a esas horas de la madrugada, me hubiera ido en busca del resto de la trilogía. Estaba ansioso por saber cómo continuaría la historia. En ese momento, ya era consciente de la “pifia” que había cometido al no haber ido al cine a ver toda la saga. ¡Qué error! Quién me iba a decir a mí que iba a acabar convirtiéndome en un “friki” de El Señor de los Anillos. Esa noche, volvió el pasado a mi habitación y acabé por recibirlo con los brazos abiertos. Así pues, y en honor a mi devoción por esta trilogía, he decidido crear la mía propia. 
Aquí comienza…

ECdeP: Preludio de la Trilogía
Si soy sincero, esta idea venía rondándome la cabeza varias semanas. No había encontrado el momento de llevarla a cabo. Probablemente haya sido un propósito con tintes de locura, pero pienso que así era el programa y, de algún modo, todos los que participábamos en él, fuera activa o pasivamente. Hace unos días, revisando el facebook del programa, en el apartado de notas, encontré las palabras que escribí en septiembre de 2011 informando de mi salida de Radio Esport. Leí todos los comentarios de los oyentes y me di cuenta de la gran familia que habíamos creado. Pensé que sería divertido revivir tantas y tantas tardes de entretenimiento. Poder contar, tanto a los que fueron oyentes como a los que no, cómo se creó el programa, cuál fue su fin, las mejores anécdotas o lo bien que nos lo pasábamos. Seguro que resulta divertido.

Tras una reunión para crear y aprobar la programación de esa temporada, decidimos dedicar un tiempo íntegro para los oyentes de la Radio. Las llamadas telefónicas siempre habían formado parte de la casa y creímos que sería bueno dedicarles un espacio completo. La idea giraba en torno a los 30 minutos y se llevaría a cabo sobre las 15:00 h. En aquellos tiempos, uno de mis compañeros me propuso que fuera yo el que atendiera las llamadas de los oyentes e incluso me dio ideas para el nombre de dicho espacio. Vieron en mí, una buena relación con la audiencia y la posibilidad de aportar algo diferente. Acepté de buen grado y se aprobó que fuera la persona encargada de todo esto. Nadie imaginaba en lo que se convertiría todo aquello. Así nació: El Consultorio de Polo.

ECdeP fue para todos los públicos, ya que, al abrir teléfonos, cualquier persona podía llamar para expresar sus opiniones en torno al deporte. A mi me apasionaba todo esto y, en especial, el fútbol. Por aquel entonces, me pasaba el día y noche hablando del esférico. Así que decidí abrir teléfonos con todas las de la ley y tratar todo tipo de temas más allá de los meramente deportivos. Me gustaba la idea de escuchar hablar a la gente de su vida, sus inquietudes, problemas y día a día. Pensé que sería bueno formar una especie de familia en la que abundara el “buen rollo” y, sobre todo, alejada de conflictos e historias que al final no beneficiaban a nadie. Lo que en un principio iba a ser un programa de llamadas, se convirtió en un hogar donde todas las tardes nos reuníamos muchos amigos. La cosa prometía.

Sin lugar a dudas, esta trilogía que aquí comienza, es un homenaje a todos vosotros. He querido trasmitiros mi agradecimiento de una forma diferente, ofreciéndoos, con los medios que dispongo, la posibilidad de revivir viejos tiempos. Pienso que no os va a defraudar. Estoy seguro que os acabará sorprendiendo. Quiero invitar a todos los lectores de este Blog que no tuvieron la oportunidad de escuchar el programa, a descubrir el sentido del mismo y a formar parte de esta gran familia. Con toda la humildad del mundo, creo que aportó una “chispa” especial y, al final, terminó por consolidarse en las sobremesas de muchos hogares, trabajos y entornos.

Al día siguiente, corrí hacia el videoclub para hacerme con la segunda parte de la trilogía. Estaba alucinado conmigo mismo, pero más perplejo me quedé cuando el encargado del negocio me dijo que existía una versión extendida de cada película. No dudé ni un segundo y, esa misma noche, volví a ver La Comunidad del Anillo en esa nueva versión. Lo que desconocía completamente es que años después, iba a crear la mía propia…

CONTINUARÁ…
I ECdeP: La comunidad de “Ma Güela”

“Sabíamos cómo comenzaría el programa, pero desconocíamos cómo terminaría”













martes, 19 de noviembre de 2013

LOS AMIGOS QUE PERDÍ

Desconocía si al día siguiente los iba a volver a ver. Lo que nunca me había planteado ni se me hubiera ocurrido, pasó. Algo impensable en aquellos tiempos, aunque fueran los peores. Siempre creí en la valía de las personas trabajadoras, humildes y luchadoras.  Personas competentes, buenas en lo suyo, diferentes al resto. Gente preparada para dar lo mejor de sí. Pero al igual de rápido que te cambia la vida, desaparecieron ellos de sus puestos de trabajo, pasando a formar parte de una lista que nadie desea tener, pero que abunda en estos tiempos: Los amigos que perdí.

La situación actual ha cambiado tanto que las personas dejan de ser personas para convertirse en números. Da igual el talento, el esfuerzo, la valía, la constancia o el empeño. Ahora, la gran mayoría, son cifras. En muchos casos, tu nómina (si la tienes) marca tu futuro. Dejas de valer más o menos. Eres un guarismo con fecha de caducidad. Te puede, o no, llegar el momento, pero si te llega, probablemente no importe mucho tu esfuerzo y tu trabajo, solamente el color de tu número: el rojo. Resulta muy triste, pero tremendamente real.

A lo largo de los cerca de cinco años que estuve trabajando en prensa deportiva, vi caer a muchos compañeros. Unos eran amigos, otros se quedaban en “colegas” de profesión. La guadaña de la crisis no tenía sentimientos. A ella, sólo le importaban las cifras. Muchas veces pagaban justos por pecadores. Veías como tu entorno se iba reduciendo. ¡Qué injusticia! pensabas, pero no importaban los lamentos, ya estaban “amortizados”. Gente muy válida había sido despedida. Quizá eran mejores que los que se quedaban, pero la diferencia era clara: ellos tenían el número en rojo, los otros en verde…de momento.

Resulta desolador comprobar la crueldad con la que, hoy en día, los trabajadores pierden el empleo. Es muy duro, pero perder la condición de persona para, simplemente, pasar a formar parte de la cuenta de pérdidas y ganancias de una empresa, desmotiva a cualquiera. Tienes la sensación de que tu esfuerzo no ha sido valorado, tu tiempo empleado no ha servido para mucho, e incluso, en ocasiones, te puedes llegar a cargar las culpas del despido. Los famosos “y si…” pueden aparecer en tu cabeza, haciéndote creer que podrías haber bajado el rendimiento, que no eras tan bueno como creías o que tu comportamiento estos últimos meses no había sido el adecuado. ¡Olvídate! Únicamente eras un número más. 

En general, ha bajado el nivel de muchos servicios. Se intentan obtener los mismos resultados con el menor equipo posible y, esto, resulta imposible si queremos mantener la calidad. Se exprime a un solo trabajador para que saque adelante el trabajo que antes hacían dos o tres personas, exigiendo, además, idénticos resultados. Y después de todo esto, pocas “palmaditas” en la espalda, más bien algún que otro “rapapolvo”. ¡Menudo panorama!

Al día siguiente, los amigos que perdí, no estaban en su puesto de trabajo. Comienza a notarse el vacío, pero la presión por intentar hacer todo lo posible para no ser el siguiente, no te deja pensar mucho más. Será justo o injusto, pero la realidad vuelve a azotarte en la cara, demostrándote, una vez más, que no importa todo lo que hayas sudado. De momento, sigues en la rueda. Continúas estando en color verde.

 Mi experiencia, acertada o no, me dice que siempre hay que seguir luchando por lo que uno quiere. Nunca hay que rendirse. Hoy en día, encontramos multitud de personas atravesando momentos críticos y que continúan peleando por conseguir algo mejor. Ese ejemplo le tiene que servir a muchas otras. No todo está perdido. Si no te han sabido valorar en un lugar, existe otro en el que sí lo harán. La motivación personal es fundamental y, por supuesto, nunca hay que olvidar los sueños. Ya lo dije, y lo tengo claro, ellos te mantendrán vivo. Además, siempre estás a tiempo de quedar con esos amigos (si son verdaderos) ¡Eso sí!... fuera del “curro”. Creo que resulta mejor, así puedes hablar de todo tipo de temas que no sean trabajo, trabajo y más trabajo….

Dorian, banda de “electropop” española, originaria de Barcelona, publicó este mismo año el álbum La velocidad del vacío. En él, encontramos uno de sus grandes temas cuyo título es: Los amigos que perdí. El último estribillo da paso al final de la canción, donde escuchamos: Y he olvidado a los amigos que perdí
En muchas ocasiones, nuestro puesto de trabajo no depende de nosotros, pero lo que sí  está en nuestras manos es decidir el final de esta melodía. 








miércoles, 13 de noviembre de 2013

#MarcaEspaña

Cada vez que entraba en “El Salón de Cristal” del Ayuntamiento de Valencia, venía a mi mente la misma imagen. Conforme atravesaba esa puerta y contemplaba la belleza allí presente, una vez más, aquella vieja historia del Ayuntamiento de Viena y sus “fiestas” de música electrónica, provocaban en mí una sonrisa. Mientras montaba mi equipo de radio para emitir en directo la correspondiente rueda de prensa, me preguntaba, una y mil veces, qué hubiera pasado si esas noches apasionantes de electrónica en el Rathaus (así se denomina al Ayuntamiento de Viena) se hubieran trasladado al de Valencia. Sin lugar a dudas, la respuesta la tenía clara: #MarcaEspaña.


Cuando llegaba el día y el reloj marcaba las 00:00 h, el Rathaus se transformaba para albergar un auténtica velada de música electrónica. Era el año 2007 y, por aquel entonces, mi amiga Cristina estaba de Erasmus en Viena. Ésta era una de las historias que más me impactaba, aunque la de los “periódicos” tampoco tenía desperdicio. Cris, me describía cómo era la sala que acogía tal evento mientras yo la imaginaba en mi mente. Grandes escaleras, tipo “Palacio Real”, daban el acceso a la misma. Dentro, lámparas de cristal, enormes ventanales, cortinas de terciopelo, cuadros valiosos… y un sinfín de detalles que hacían de este, un lugar idóneo para los “cacos”. Y allí, con todo esto, se celebraba una auténtica fiesta, con su escenario, sus DJs, su música electrónica y cientos de personas equipadas con zapatillas de deporte, camisetas y, para que nos entendamos, ropa no muy apropiada para ir a un lugar chic. ¿Os imagináis el final de la noche y cómo acabaría aquella sala? ERROR. Eso que habéis pensado pasaría aquí, en España.


La historia de los “periódicos” me fascinaba. En Viena, al igual que en otras ciudades del mundo, los domingos, kioscos y demás puntos de venta de prensa escrita cerraban. Allí, como aquí, también salían los periódicos, sólo que la forma de venderlos era curiosa. Todos tenemos en mente la típica secuencia de las películas en la que un ejecutivo, caminando por la calle rumbo al trabajo, llega a una especie de urna en cuyo interior se encuentran varios diarios, la abre, coge uno y deja una moneda (todo esto sin vigilancia) En la capital austriaca pasaba lo mismo. La prensa la encontrábamos en una especie de poste, tipo farola, que tenía lo más parecido a una hucha y los diarios dentro de una bolsa completamente abierta (sin vigilancia) Los habitantes dejaban la moneda en esta curiosa hucha y cogían un único periódico. En Viena, todo el mundo lo hacía… ¡Bueno! ¡Se me olvida un pequeño detalle! Todo el mundo NO. Resultaba curioso, pero todos los domingos, los estudiantes que vivían en la residencias Tigergasse y Molkereistrasse, amanecían con un periódico en la puerta. ¡Qué generosidad! Ciertos compañeros de residencia, tras una noche de juerga, decidían obsequiar al resto con este detalle. La nacionalidad de los “compis” os la podéis imaginar y… ¿qué creéis que pasaba con la hucha? Ninguna moneda #MarcaEspaña


Pues sí. En el “Rathaus” no pasaba nada. La gente, después del espectáculo, se marchaba tranquilamente. Pese a lo que podamos pensar, no habían arrasado con las cortinas de terciopelo, no se llevaban “prestados” los cuadros, no habían descolgado ninguna lámpara de cristal, los ventanales seguían vivos y, por supuesto, nada de jaleos, ni “bullas”, ni incidentes... Nos dolerá más o menos, pero la diferencia es clara. Allí están civilizados. Tan simple como eso. Si no lo estuvieran, no harían estas fiestas.


Aquí somos como somos, únicos, irrepetibles, diferentes, pero poco civilizados. Nos define la frase “Spain is different” cuyo matiz puede ser positivo o negativo, según como se mire. Si aprendemos un idioma (o al menos lo intentamos) nos gusta mucho más, quedarnos con sus frases típicas. En el caso del inglés, por lo general, no tenemos muy claro como conjugar oraciones, pero todos sabemos que cuando uno dice: “Inglish”, detrás va un “Pitinglish”. Nos hemos criado con el “Ok Makey” y siempre que oyes “Yes very well” sabes que acto seguido va un: “Fandango” o en su caso “Botifarres de Teruel”. Si salimos de fiesta, salimos de verdad. Si la cuestión es gritar, gritamos y si viajamos al extranjero está claro que nos reconocen al segundo. Pero en muchos aspectos estamos, como se suele decir, “por civilizar”.


Los ejemplos de Viena son clarísimos. ¿Qué pasaría si hiciéramos una fiesta de música electrónica en El Salón de Cristal del Ayuntamiento de Valencia? Literalmente “volaría” por el aire. ¿Y si dejamos “a la venta” los periódicos en la calle “? Muy pocas monedas encontraríamos en esa especie de hucha, por no decir ninguna y, probablemente, una persona se llevaría 5,6 o 7 diarios aunque no le hicieran falta para nada. Puede parecer gracioso, pero es la realidad que tenemos hoy en día. Desconozco si son los genes heredados o que simplemente en lugar de avanzar, nos hemos estancado.


Una cosa sí que tengo clara. El ejemplo de nuestros políticos ha #marcado mucho el camino. Hoy en día, encontrar en la esfera política a personas íntegras, honorables y con valores, es casi imposible. Al final, resulta normal que si este es el ejemplo que tenemos los ciudadanos de a pié, acabemos todos igual o peor que ellos. Pero aquí cometemos un error. Nosotros deberíamos empezar por dar ejemplo aunque resulte difícil. Tenemos claro que NO queremos que nos representen personas “poco civilizadas”, por tanto, nosotros debemos ser los primeros en civilizarnos. Creo que no somos unos tarugos, que hay gente muy válida y que juntos podemos. Puede sonar a utopía, pero ¿qué hacemos? ¿Seguimos igual?

#MarcaEspaña, para quien lo desconozca, es un hashtag muy utilizado en la red social Twitter. En estos tiempos que corren en nuestro país y que no hace falta especificar, se está intentado potenciar la imagen de España en todo el mundo, por supuesto, de forma positiva. Se intenta dotar de fuerza a esa marca, nuestra marca. Pero la realidad es distinta. Sólo hace falta buscar en esta red social #MarcaEspaña para darnos cuenta de que la mayoría de los Tweets son irónicos y burlones. Ofrecen una imagen de España negativa, reflejando, en muchos casos, lo poco civilizados que estamos. Y no les falta razón.










martes, 5 de noviembre de 2013

EL EMPLEO PERFECTO

Antes de llevar a cabo esta nueva entrada, he tenido que revisar, de una forma exhaustiva, mi estado de ánimo. Parecerá una tontería, pero escribir sobre este tema tan actual y, además, tan crítico, requiere un estado de ánimo más que positivo. Como diría el gran Will Smith en El Príncipe de Bel – Air… “el destino cambió… sin comerlo ni beberlo” muchas personas de este País nos hemos visto en una situación sin precedentes: “Desempleados”.

El día después de pasar a formar parte de las listas del “paro”, todavía no era consciente de nada. En ese momento no me imaginaba que se avecinaba ¡tormenta eléctrica! Al principio, después de unos cuantos años trabajando, piensas que llega un periodo vacacional, un relax merecido después de una larga batalla. Probablemente este pensamiento sea útil durante unos días, unas semanas, pero poco más. A medida que comienzan las visitas a las oficinas de empleo,  te vas dando cuenta de que “pintan bastos”. Las falsas vacaciones se acaban, ¡y tú sin disfrutarlas! Tan rápido como decides, comienzas la búsqueda de: “El empleo perfecto”.

Pero… ¿Existe el empleo perfecto? Probablemente la gran mayoría piense que NO. La perfección no existe (o eso dicen), pero si algo he pensado, y mucho, durante estos tiempos que corren, es que, al menos, las posibles Empresas, Empresarios u Organismos Públicos que ofertan puestos de trabajo, deberían ofrecerlo. ¿Qué no? ¡Pues claro que sí! ¿O es que ellos no buscan al candidato perfecto?

En mi caso, una de las cosas que más me dolió fue “vaciar” mi Currículum. Parece mentira, pero los cursos realizados, experiencias laborales y otros datos que yo consideraba de interés, desaparecían del papel a la misma velocidad que pensaba: ¿Esto qué es? Mucha gente habrá tenido que “hacer desaparecer” más datos: Licenciaturas, ciertas experiencias laborales, incluso negar que tiene altos conocimientos sobre una materia. Si buscas trabajo de “lo tuyo” intentas reflejar todos tus conocimientos de la mejor manera posible, pero como hoy en día encontrar un empleo en tu gremio es casi una “misión imposible”, tienes que reconvertirte y acoplarte a las ofertas existentes, ajustando tu Currículum para que, ni más ni menos, seas el candidato perfecto, el que ellos quieren. ¡Veis como tienen que ofrecernos el empleo perfecto!

En la actualidad, sea cual sea el empleo ofertado, se exigen multitud de requisitos, hasta tal punto que te planteas necesitar diez años de vida para tenerlos todos. ¡Qué locura! Y cuando crees que, por fin, cumples los requisitos, que has hecho todo lo posible para tenerlos, te das cuenta de que ahora piden más, y más, y más… Da igual la profesión, todo son requisitos imprescindibles, uno detrás de otro. Tienes que dominar, controlar y saber de todo, “pilotar” tres idiomas (si puede ser conocimientos de un cuarto), ser creativo, tener imaginación, experiencia en todos los campos, saber de Astrología, Astronomía, Filosofía, Ingeniería, disponer de todos los carnés habidos y por haber, vender productos como churros, tener el famoso “don de gentes”…incluso un día nos pedirán saber “pilotar” el Air Force One. ¡Demasiado!

En mi caso, mi carpeta de archivos “CV Gonzalo Polo” no da abasto. He tenido que hacerme ¡seis! CV diferentes. Se dice pronto. Entre esto y las famosas Cartas de Presentación dispongo de más archivos de Word que dedos tengo en las dos manos. Curioso, pero cierto. Seguro que no soy el único loco.

¡Tranquilos! Por lo menos, aquí en la Comunidad Valenciana, siempre nos quedarán las Oficinas del Servef, más pendientes de tus fallos que de otras cosas, al acecho del error para, a la mínima, eliminarte de sus listas, perder la antigüedad e incluso dejarte sin prestaciones. Por no comentar la “amabilidad” general de los empleados que te atienden, más pendientes de ayudarte y solventarte las dudas y problemas que puedas tener que de su “hora de almorzar”. Dicen que la ironía en Radio no funciona, espero que por este medio sí. Y que me perdonen los empleados que sí son validos, que lo hay, pero o he tenido muy mala suerte o durante estos últimos años, este Servicio (hay que recordar que es un Servicio) debería haber ayudado más en lugar de excluir. Desgraciadamente, quizá sea por la cantidad de personas desempleadas que existen hoy en día, pero eso no es culpa nuestra. Eso sí, habría que recordarles que ellos “trabajan”, muchos otros NO.

¡Qué grande! Por si fuera poco, hay que tener el mejor Currículum Vitae, el más llamativo, el único, uno que esté por encima del bien y del mal. Hay que ser original, breve, directo, claro… Para colmo, si utilizas consejos para llevar a cabo esta mejora, unos te llevan por un camino mientras tu crees que es el mejor, pero… ¡Alto! Al día siguiente aparecen otros que te llevan por un camino completamente diferente. ¿En qué quedamos? Una vez más, ¡Una locura! Ya sé yo el porqué de mis delirios diarios. Si al final lo más normal será ocupar por completo un disco duro con la carpeta “CV Gonzalo Polo”.

Esta es la realidad con la que me he encontrado hoy en día: mi realidad. No soy un experto, ni un Coach (figura en alza durante estos tiempos), pero si algo he aprendido es a creer en uno mismo. Hay que reciclarse, renovarse, aceptar ayudas, consejos, mejoras, seguir formándose, pero nunca perder la esencia propia y las creencias. Siempre hay que seguir adelante, cueste lo que cueste, pelear por lo que quieres y sobre todo, y muy importante, no olvidar tus sueños. Ellos te mantendrán vivo.


¡Tengo clarísimo que se busca al candidato perfecto! Pero… ¿Qué pasa con el empleo perfecto?