martes, 10 de diciembre de 2013

II ECdeP: Las dos "Porras"

Mi tía no daba abasto. Antes de salir de casa, le tocaba llenar la cartera de monedas y, por supuesto, de las gruesas plateadas de 25 pesetas. A la pobre, cada noche le salía por un ojo de la cara. No había manera de que “su niño” se pasara la primera pantalla. Aquellos bailarines rusos, más que bailar, la estaban arruinando. En el viaje en coche al Duc, local de referencia en la Playa de Moncofa, no se hablaba de otra cosa que del maldito juego. La ida era ilusionante; la vuelta, terriblemente decepcionante. Por muchas monedas que invirtiera en aquella vieja máquina recreativa, nunca llegaba el día de la hazaña. El resto de niños sí conseguían dar un paso más, pero con el suyo…era otro cantar. Veía como el verano iba pasando y la cosa no funcionaba, pero, un día, los astros se conjuraron y su sobrino consiguió la gran gesta. Por fin, toda la inversión valió la pena.

Aquella niña me marcó. Recuerdo perfectamente su cara y sus palabras. Era más mayor que yo y, además, tenía un manejo de aquel videojuego que producía pavor en todos los que se atrevieran a jugar con ella en modo 2 PLAYER. Así pues, siempre que venía, jugaba sola. El resto, a mirar como eran las pantallas a las que nunca nos imaginábamos poder llegar y, mucho menos, yo, que era el más inepto de todos; el único allí presente que seguía enfrascado en la primera. No había forma de pasar a la segunda. Todos lo sabían y, por supuesto, se burlaban, pero existía alguien que lo desconocía: la niña. Supongo que con su nivel, no estaría muy pendiente del resto, así que, una noche, aburrida de jugar en solitario, me propuso una partida “dos jugadores”. En un primer momento, no daba crédito a su propuesta. El ridículo podía ser espantoso, pero, movido por la incredulidad y la presión de no aceptar esa especie de desafío, le dije que sí. En realidad, si soy sincero, lo hice porque estábamos solos, ya que el resto de niños aún no habían llegado y, por tanto, nadie vería el desastre, pero, lo que allí ocurrió, no estaba en el guión. Tanto me marcó, que no dudé ni un segundo en componer el Himno Oficial de ECdeP con la inolvidable melodía de ese juego: el TETRIS.

La canción yo lo que quiero es irme de fiesta hizo una sincronización perfecta con el ritmo del Tetris, y sirvió, de forma excelente, para crear el Himno Oficial de El Consultorio. Frases como: Esta noche, la noche no se acaba…esta noche vuelvo de mañana o Esta noche sé que te molesta, cojo mis cosas y me voy de fiesta causaron furor y, de algún modo, representaron el espíritu joven, rebelde y divertido del programa. Tanta era la emoción al escuchar esta melodía que un día me tocó realizar EcdeP bañado por champagne. Sin lugar a dudas, viví, uno de los episodios más graciosos que recuerdo dentro del estudio. Nunca me acababa de gustar esa bebida francesa, pero el riego de aquel día y su posterior aroma, me acabaron convenciendo.

Era navidad y la alegría imperaba en todos nosotros, sobre todo, en los que nos cogíamos unos días festivos. Esa mañana, me había pasado todas las horas dando vueltas por Valencia cubriendo la actualidad navideña de varios equipos. Cuando llegué a la Radio, previa de vacaciones, me encontré que la fiesta ya había pasado por allí. Los de la mañana se habían marchado ya, pero tuvieron el detalle de dejar unas pastas, algún que otro polvorón y diversas botellas de champagne… ¡Abiertas! No me quedaba tiempo para nada, así que entré al estudio, lugar en el que a “alguien” se le había olvidado una de esas botellitas. Al sonar nuestro querido himno y, emocionado por escucharlo, decidí hacer una broma con el espumoso, agitándolo sobre mí como si me hubiera tocado El Gordo y mi vida fuera a cambiar desde ese mismo momento… ¡y sí que cambió! ¡Vaya si cambió! Una auténtica ducha de Moët & Chandon se apoderó de mi cuerpo impregnándome de su más exquisita fragancia. Menos mal que pude enmendar mi error rápido y salir del paso, pero, sin lugar a dudas, hacer un Consultorio completamente regado por champagne francés no tiene precio.

Por aquel entonces, el fútbol valenciano no iba por buen camino y, concretamente, el Valencia CF no acababa de dar muchas alegrías. La gran mayoría de llamadas telefónicas servían como buzón de quejas, protestas y despropósitos. Los lunes, generalmente día después de partido, la cosa estaba calentita y la audiencia se desquitaba contra todo bicho viviente. Hablando mal, “se repartían hostias como panes” contra futbolistas, entrenador, presidente… Por tanto, había que hacer algo. La cultura Jamaicana invadió la Radio y el tío Bob (Bob Marley) calmó a las fieras con su buena música. Así pues, todos los lunes, celebrábamos el día Reggae. Could you be loved encendía una chimenea ficticia de buen rollo que invadía el estudio, el control técnico y todos los lugares donde se escuchaba el programa. ¡Qué recuerdos! Tal fue el efecto de su gran repertorio musical que, al final, nadie hablaba de fútbol. Increíble, pero cierto. El partido había pasado a un tercer plano. A nosotros nos interesaba mucho más que había hecho nuestra audiencia el fin de semana. El poco fútbol del que se hablaba era para conocer cómo había quedado el partido del nieto de “El Monstre de Sedaví”, uno de nuestros principales oyentes y estandartes de la emisora. Su nieto, “El Popov”, tenía siete años y era una máquina jugando al balompié.

El martes era el día Friki por excelencia. Grandes artistas y sus “temazos” nos hacían disfrutar de lo lindo. Una auténtica gozada. Camela, grupo musical español, con su famosa versión de La Gallina Cocoguagua, daba el pistoletazo de salida a una hora llena de Frikismo que hacía las delicias de la audiencia. Grandes cantantes como Jesulín de Ubrique y su famoso tema Toda (toa, toa, toa) representaban ese magnífico espíritu e, incluso, conseguían que más de uno se soltará la melena y acabara cantando en directo. Por supuesto, yo también. Mención especial para la banda de techno-pop Viceversa y su inigualable canción Tu piel morena. Aquello sí que era música. Cada vez que sonaba, la locura se apoderaba del estudio central. Pero si hay un artista que marcó, y mucho, ese día de la semana, fue Cristinita Percances. Aún a día de hoy, sigo arrepintiéndome de no haber ido a un concierto suyo. Su melodía, Amor fallero, servía de despedida del Consultorio durante estas fiestas. Al igual que Valencia tenía sus Fallas, nosotros teníamos las nuestras. ECdP, incluso, disponía de mascletà propia y hasta la Fallera Mayor de Valencia daba paso a la misma: “Senyor Polo, pot començar la mascletà del Consultori”. Pero esta increíble artista nos cautivó con una canción muy especial y, a su vez, prohibida. No todos los martes sonaba, pero, cuando lo hacía, temblaban los cimientos del edificio. "Ponme petazetas…"

El ecuador de la semana nos devolvía a la infancia. Retrocedíamos años atrás para reencontrarnos con aquellas series de dibujos animados que tantos recuerdos nos traían. Un auténtico homenaje a la niñez. Bajo los mandos del intrépido Samsagaz Carlitos Domingo, cada miércoles viajábamos a “La aldea del ARCE” para cantar aquello de: Chamalele, Chamalá, nuestra aldea es genial. A Carlitos le chiflaba recordar esta popular serie, ya que, los conejitos, le recordaban a los dos que tenía él en su casa ¡Vaya toalla! La irrupción de Oliver y Benji, Los Trotamúsicos y Los Fruittis, encabezados por Gazpacho y Mochilo, cautivaban a todos los oyentes que, durante esa hora, nos pedían multitud de sintonías que les recordaban a su pasado. El Equipo A y El Príncipe de Bel-Air nunca fallaban a su cita, mientras que MacGyver se encargaba de recordarme el día que intenté imitarlo remodelándome la bicicleta y consiguiendo que se partiera en dos. Al final, me la tuvieron que soldar. ¡Lamentable!

Los jueves, el estudio se transformaba. Era la fecha más importante, al menos, para las peticiones de los oyentes vía SMS. Llamaba la atención, pero, ese día, sabías que había que estar muy preparado. Nuestra audiencia no era cualquier audiencia y convertir ECdeP en la casa del Rock, no era tarea fácil. Fiel a mis ideales, Extremoduro gozaba de un puesto de honor y, su canción Pepe Botika, abría las puertas del mundo rockero. Las guitarras eléctricas, baterías y bajos retumbaban por doquier provocando efectos secundarios y, a mí, que me gustaba tener los auriculares a tope, me dejaban completamente sordo. Tal era esa sordera que, cierto día lluvioso, salí del estudio después de finalizar el programa sin oír las recomendaciones de mis compañeros en torno al charco de agua que se había creado en la entrada. De nuevo, volvía a mojarme, pero esta vez con caída incluida. De pequeño, te meten en la chola que hay que andar con la cabeza alta y sin mirar al suelo y, al final, acabas cayéndote. Siempre me gustó el surf, pero quedó claro que nunca lo había practicado.

Sonaban tambores de guerra. La batalla se acercaba y las tribus estaban preparadas. Solamente hacía falta darle suelta. El ritual siempre era el mismo, pero, cada vez, sonaba con más fuerza. El fin de semana se aproximaba y, los viernes, venían cargados de emoción. Todo estaba dispuesto para que sobrevolara las costas de Pinedo. “El Murciélago” de la mítica discoteca Spook Factory estaba listo para su cita. A las 15:00 h emprendía el vuelo para viajar hasta la Radio. Una vez más, había llegado el momento de la música bakalao. Las llamadas telefónicas eran un reflejo del imperioso ánimo que teníamos todos. Por fin llegaba el merecido descanso después de una larga semana laboral y eso había que celebrarlo. Todas las melodías bakalaeras tenían cabida en el programa. Esos grandes éxitos que tanto habíamos bailado, nos ayudaban a amenizar El Consultorio creando un ambiente de abanicos, ganchitos, plataformas, humo y pódiums, único en Valencia. No había dudas: los viernes, éramos una referencia. Incluso, al finalizar nuestro espacio, contábamos con la mítica despedida de “Súper Ratón” ¡Una pasada!

Había que meter dos monedas y yo ni me aclaraba. La presión y los nervios que tenía encima, estaban a la altura de una final de la UEFA Champions League. Ella, fue la primera en introducir el dinero, pero yo, no acertaba a meter la monedita por la ranura. Jugar con el resto de niños no tenía nada que ver con compartir partida con la mismísima reina del Tetris. La niña estaba a mi izquierda y yo, a su derecha. Después de solventar los nervios iniciales y conseguir que mi crédito estuviera en el interior de la máquina recreativa, la opción 2 PLAYER dio paso al juego. Yo era más bajito que ella, pero lo suficientemente alto para ver cómo se fundía, literalmente, figura tras figura. Mientras ella componía una bellísima melodía, yo no sabía ni hacer sonar una flauta. Sus bailarines rusos bailaban que daba gusto, parecía que fueran hermanos de sangre. Se liquidó el primer asalto del juego en menos que canta un gallo y yo, aún seguía construyendo una especie de castillo que cada vez me ahogaba más. Por si no tenía suficiente, en ese momento, caí en que su paso al siguiente nivel dependía de mí. ¡Horror! Se giró y se quedó mirando mi partida, esperando a que pudiera finalizar. Recuerdo perfectamente su pelo negro y rizado, sus gafas del mismo color, sus ojos y su mirada asesina. ¿Creéis que tenía presión? Sin palabras. Pero, quizá por eso, una fuerza interior salió de mí y comencé a empequeñecer el castillo. De repente, las piezas comenzaban a cuadrar. Esas malditas figuras geométricas empezaban a tener un sentido. Lo estaba consiguiendo. Los bailarines querían bailar más, y yo les estaba componiendo una sinfonía perfecta. Por fin me pasé la primera pantalla del Tetris. Después del espectáculo de bailes y chillidos que monté delante de todo el mundo (me faltó hacer el “guaraná”) me di cuenta de que la niña me estaba mirando fijamente. La frase que me dijo, la recordaré toda mi vida. ¿Os la imagináis? Pensad mal y acertareis.

La expresión “Porra” causó sensación. Su nacimiento llegó el día que, unos compañeros de la emisora, comenzaron a sortear regalos entre los acertantes de las apuestas del fin de semana. El que adivinaba el resultado del partido, se llevaba el premio. Cada vez que se escuchaba esta palabra, era para dar el resultado del ganador de la misma. Hasta ahí todo claro, pero, en ECdeP, nada era normal y la imaginación abundaba en las ondas. Nuestra especialidad era darle la vuelta a todas las palabras…

CONTINUARÁ…

III ECdeP: El Retorno del “Power”




“Y llegaron ellos…únicos, inigualables, inconfundibles…” 












martes, 3 de diciembre de 2013

I ECdeP: La Comunidad de "Ma Güela"

Cuando a Frodo Bolsón y a su fiel amigo Samsagaz Gamyi les encomendaron la ardua tarea de ser los portadores del anillo, todavía no eran sabedores del viaje que les esperaba. Al igual que a estos hobbits, personajes de la trilogía de "El Señor de los Anillos", nos iba a ocurrir a nosotros. Probablemente, mi amigo y técnico de la radio, Samsagaz Carlitos Domingo, y yo, Frodo Polo, no éramos conscientes de la aventura que viviríamos llevando a cabo ECdeP. Sí, sí, como suena ¡Una auténtica aventura! Disponíamos de un anillo en forma de programa, lo llevábamos al máximo de lugares posibles y, sobre todo, al ponerlo en el transistor y escucharlo, provocaba un efecto de locura transitoria, en forma de carcajada, que acababa por debilitar a cualquiera. Después de tanto ejercicio abdominal, lo más normal era terminar llorando… ¡de risa! Así era El Consultorio de Polo, capaz de provocar todo tipo de sensaciones.

Como todo proyecto que se pone en marcha, había que sentar unas bases. Llevaba idea de hacer una estructura, más allá de las llamadas telefónicas, y establecer algunas secciones. Al poco tiempo, me di cuenta que lo mejor que podía pasar era olvidar todos los propósitos iniciales. Puede parecer una locura, pero así era ECdeP y de ahí el éxito que tuvo en la casa. Nunca siguió ninguna regla ni se fijó en ningún otro espacio. Cuanto más intentabas buscar el orden, más claro veías que triunfaba el desorden. En este punto se diferenció del resto y dimos en la clave. ¿Qué sentido tenía hacer un programa de cachondeo siguiendo un guión? Ninguno. Sólo había que dejarse llevar y poner la chispa necesaria para conseguir un espacio diferente, entretenido, único y tremendamente divertido. ¿A qué da ganas de escucharlo?

En los primeros días de Consultorio costaba mucho que la audiencia llamara. Únicamente teníamos 30 minutos de espacio, pero sin las llamadas suficientes, la cosa se ponía fea. Había que hacer algo, así que decidí contar anécdotas graciosas de mi vida para que la gente se enganchara. Siempre me han dicho que soy un gran contador de historias, por tanto, pensé que lo mejor sería aprovechar esa faceta. La cosa funcionó, y más, cuando todas las tardes veía, a través del cristal, a Samsagaz Carlitos Domingo morirse de la risa hasta llegar al punto de caerse de su propia silla. La historia del agente de la Policía Local de Moncofa contada con un toque de humor, triunfó. Esa y la “pifia” en directo con la compañía telefónica. Al tiempo, todos los compañeros la recordábamos entre carcajadas, pero, en el momento, me las vi canutas.

Al principio de ese verano, había sufrido el peor accidente de moto que recuerdo.
Cuando giré la última esquina antes de llegar a mi casa, allí estaban ellos. No daba crédito a la escena que estaba divisando. Intuía que se avecinaba un buen “marrón”, pero no hasta el punto de llevarme un carxot (conocido como whopper en el lenguaje de EcdeP) Uno de los agentes de la Policía Local de Moncofa que me atendió en aquel percance, estaba allí, en la puerta de mi domicilio, junto a otro compañero y a mi padre. No podía explicarme cómo habían llegado antes que yo. Venía de la playa y les llevaba bastante ventaja. Los había visto a la altura de la ermita, situada a un kilómetro de mi vivienda, pero, de algún modo que aún a día de hoy no me explico, tuvieron tiempo suficiente para llegar, sacar a mi padre del comedor y que él mismo, tuviera la oportunidad de ver llegar a su hijo sin casco. Aquel día me marcó, al igual que el whopper que me llevé por parte del agente, por supuesto, con el permiso de mi padre, y que me hizo reflexionar, y mucho, sobre la poca conciencia que tenía al conducir una moto sin llevar el casco protector. Tenía 16 años.

Pronto nos dimos cuenta que la media hora de la que disponíamos se nos hacía muy corta. La gente se animaba a llamar todos los días; quería ser partícipe del jolgorio que teníamos en el programa. Nunca terminábamos a las 15:30 h ¡Era imposible! y mis compañeros de trabajo me apretaban con la hora. Infinidad de ocasiones, aparecían en el estudio para recordarme que me restaban cinco minutos. ¡Ya voy! les decía yo, pero ellos se quedaban a mi lado. Al principio, creía que era para presionarme puesto que veían que seguía habiendo llamadas a esas horas, pero, al poco, descubrí la realidad del asunto. En el fondo, ellos empezaban a formar parte de la familia. Se tronchaban con El Consultorio y les encantaba disfrutarlo. Recuerdo la cantidad de veces que, durante ese breve espacio de tiempo, se presentaban en el control técnico, con una sonrisa de oreja a oreja, comentándome “cosas” por línea interna. Actualmente, siguen sin reconocérmelo, pero yo sigo pensando todo lo contrario. Varios meses después del inicio de ECdeP, me ayudaron a solicitar más tiempo para el mismo. La cosa prometía.

La crisis pasaba factura a todos los negocios. Para una radio local, la publicidad tenía mucha más relevancia. En aquel tiempo, conseguir anunciantes era una tarea complicada. De ahí, la importancia de las cuñas publicitarias y del ir todos a una. Digo “ir todos a una” porque un día me desvié de una forma muy peculiar. En ese ánimo de contar anécdotas graciosas para entretener, me puse a hablar de mi compañía telefónica y los grandes detalles que había tenido conmigo. Parece mentira, pero por aquel entonces, después de confundirme con un moroso y quererme llevar a los tribunales, decidieron compensarme de grata forma. Algo inédito, pero muy real. Smartphone nuevo, nueva tarifa y muchas ventajas que casi ninguna compañía ofrecía y, por supuesto, tampoco lo hacía la que anunciábamos nosotros en la Radio… ¡Dios! Quería que me tragara la tierra. Llevaba cinco minutos adorando a nuestra competencia. Nunca se me olvidará la cara de mi compañero cuando apareció en el control técnico y, por línea interna, comenzó a echar sapos y culebras… Eso sí, mientras Frodo Polo no sabía donde meterse, Samsagaz Carlitos Domingo, una vez más, cayéndose de su silla.

Siguiendo en la línea de “pifias” made in Gonzalo Polo, no estuvo nada mal la imagen que se llevaron de mí varios representantes de una conocida marca. Lo mío con los asuntos publicitarios era la traca. No había tenido suficiente con el tema de la compañía telefónica, así que decidí deleitarles con un baile digno de “La Ruta del Bakalao”. Cierto día, finalizamos el programa con una canción remember que nos había solicitado un oyente. Me puse a bailar de forma efusiva e imitando esos bailes tan característicos de aquella época. Lo que desconocía era que, justo detrás de mí, en la terraza de la Radio, se estaba celebrando una reunión de negocios para cerrar un contrato publicitario. Una lástima que un enorme ventanal comunicara dicho lugar con el estudio en el que me encontraba. En uno de esos arranques de emoción, me giré dando un pequeño salto y allí me los encontré. Llevaban contemplándome el suficiente tiempo como para querer entrar a conocerme. ¡Menos mal! Al final las cosas llegaron a buen puerto.

Cada vez teníamos más oyentes que querían participar en el programa. Habían entendido perfectamente cuál era el estilo del mismo y, la verdad, era una gozada disfrutar todos juntos. Llegó el momento de inaugurar el himno oficial de El Consultorio de Polo, asignar a cada día de la semana una temática especial, crear suculentas secciones, descubrir infinidad de “personajes” que, posteriormente, se convertirían en amigos y disfrutar de un lenguaje personal inédito. ECdeP comenzaba a tener una identidad propia marcada por expresiones muy características de nuestra tierra. Nuestra jerga fue única y, aún hoy, perdura en el tiempo…

 CONTINUARÁ
II ECdeP: Las dos “Porras”

“Lo que tu fas, ho sap fer ma güela” 















martes, 26 de noviembre de 2013

ECdeP: Preludio de la Trilogía

Traumatizado por una infancia plagada de gárgolas, enanos y trolles (en inglés trolls), decidí dejar de lado ese juego tan mítico que invadía la mayoría de tardes de mi vida. Debía tener alrededor de once años y, por aquel entonces, mis mejores amigos pasaban horas y horas delante del tablero. Tenía claro que no era lo mío, pero, al final, acababas enganchándote si no querías jugar solo. A mí me gustaba el deporte y, en concreto, el balón. No soñaba con ser un bárbaro o un mago, pero debo reconocer que acabé cogiéndole cariño y convencí a mis padres para que me lo compraran. Jugué tanto que casi sabía más que mis amigos. Ese juego de mazmorras pasó a formar parte de mi día a día, hasta tal punto que, aún hoy, recuerdo perfectamente su tablero, sus dados y sus miniaturas. El “HeroQuest”, sin lugar a dudas, marcó una etapa de mi vida.

Poco a poco fui creciendo, al igual que mi animadversión por este juego y, al final, la pelota se impuso a este mundo mágico. Fueron tantas partidas las disputadas que casi acabé medio trastornado. Había llegado el momento de dar carpetazo y olvidar definitivamente a aquella tropa de elfos que invadía mis sueños. Prometí dejar ese mundo atrás y centrarme en otros quehaceres. Era el momento de pasar página y dejar de lado todo aquello. Quizá por eso no fui al cine a ver ninguna de las tres películas de Peter Jackson. La trilogía de El Señor de los Anillos me recordaba, y mucho, a todas aquellas tardes de incesables partidas. Lo que nunca podía imaginar fue lo que ocurrió años después…el pasado siempre vuelve.

Era una noche de viernes y no tenía mucho “plan”. Estaba cansado y con sueño, así que decidí, para terminar de dormirme, ponerme alguna película sin mucho interés que acabara de rematarme. Buscando en el cuarto de mi hermana algún DVD, encontré mi pasado. Allí estaba la primera de las “pelis” de la trilogía de Jackson: La Comunidad del Anillo. En un primer momento pensé: “me niego”, pero, por otra parte, me di cuenta de que sería la idónea para llevar a cabo mi pensamiento: “Será un peñazo y en diez minutos estaré durmiendo”. ¡Qué iluso! En ese momento no fui consciente del giro radical que iba a dar esa noche.

Recuerdo que cuando terminó la película me costó mucho dormirme. Os aseguro que si hubiera conocido algún videoclub abierto a esas horas de la madrugada, me hubiera ido en busca del resto de la trilogía. Estaba ansioso por saber cómo continuaría la historia. En ese momento, ya era consciente de la “pifia” que había cometido al no haber ido al cine a ver toda la saga. ¡Qué error! Quién me iba a decir a mí que iba a acabar convirtiéndome en un “friki” de El Señor de los Anillos. Esa noche, volvió el pasado a mi habitación y acabé por recibirlo con los brazos abiertos. Así pues, y en honor a mi devoción por esta trilogía, he decidido crear la mía propia. 
Aquí comienza…

ECdeP: Preludio de la Trilogía
Si soy sincero, esta idea venía rondándome la cabeza varias semanas. No había encontrado el momento de llevarla a cabo. Probablemente haya sido un propósito con tintes de locura, pero pienso que así era el programa y, de algún modo, todos los que participábamos en él, fuera activa o pasivamente. Hace unos días, revisando el facebook del programa, en el apartado de notas, encontré las palabras que escribí en septiembre de 2011 informando de mi salida de Radio Esport. Leí todos los comentarios de los oyentes y me di cuenta de la gran familia que habíamos creado. Pensé que sería divertido revivir tantas y tantas tardes de entretenimiento. Poder contar, tanto a los que fueron oyentes como a los que no, cómo se creó el programa, cuál fue su fin, las mejores anécdotas o lo bien que nos lo pasábamos. Seguro que resulta divertido.

Tras una reunión para crear y aprobar la programación de esa temporada, decidimos dedicar un tiempo íntegro para los oyentes de la Radio. Las llamadas telefónicas siempre habían formado parte de la casa y creímos que sería bueno dedicarles un espacio completo. La idea giraba en torno a los 30 minutos y se llevaría a cabo sobre las 15:00 h. En aquellos tiempos, uno de mis compañeros me propuso que fuera yo el que atendiera las llamadas de los oyentes e incluso me dio ideas para el nombre de dicho espacio. Vieron en mí, una buena relación con la audiencia y la posibilidad de aportar algo diferente. Acepté de buen grado y se aprobó que fuera la persona encargada de todo esto. Nadie imaginaba en lo que se convertiría todo aquello. Así nació: El Consultorio de Polo.

ECdeP fue para todos los públicos, ya que, al abrir teléfonos, cualquier persona podía llamar para expresar sus opiniones en torno al deporte. A mi me apasionaba todo esto y, en especial, el fútbol. Por aquel entonces, me pasaba el día y noche hablando del esférico. Así que decidí abrir teléfonos con todas las de la ley y tratar todo tipo de temas más allá de los meramente deportivos. Me gustaba la idea de escuchar hablar a la gente de su vida, sus inquietudes, problemas y día a día. Pensé que sería bueno formar una especie de familia en la que abundara el “buen rollo” y, sobre todo, alejada de conflictos e historias que al final no beneficiaban a nadie. Lo que en un principio iba a ser un programa de llamadas, se convirtió en un hogar donde todas las tardes nos reuníamos muchos amigos. La cosa prometía.

Sin lugar a dudas, esta trilogía que aquí comienza, es un homenaje a todos vosotros. He querido trasmitiros mi agradecimiento de una forma diferente, ofreciéndoos, con los medios que dispongo, la posibilidad de revivir viejos tiempos. Pienso que no os va a defraudar. Estoy seguro que os acabará sorprendiendo. Quiero invitar a todos los lectores de este Blog que no tuvieron la oportunidad de escuchar el programa, a descubrir el sentido del mismo y a formar parte de esta gran familia. Con toda la humildad del mundo, creo que aportó una “chispa” especial y, al final, terminó por consolidarse en las sobremesas de muchos hogares, trabajos y entornos.

Al día siguiente, corrí hacia el videoclub para hacerme con la segunda parte de la trilogía. Estaba alucinado conmigo mismo, pero más perplejo me quedé cuando el encargado del negocio me dijo que existía una versión extendida de cada película. No dudé ni un segundo y, esa misma noche, volví a ver La Comunidad del Anillo en esa nueva versión. Lo que desconocía completamente es que años después, iba a crear la mía propia…

CONTINUARÁ…
I ECdeP: La comunidad de “Ma Güela”

“Sabíamos cómo comenzaría el programa, pero desconocíamos cómo terminaría”













martes, 19 de noviembre de 2013

LOS AMIGOS QUE PERDÍ

Desconocía si al día siguiente los iba a volver a ver. Lo que nunca me había planteado ni se me hubiera ocurrido, pasó. Algo impensable en aquellos tiempos, aunque fueran los peores. Siempre creí en la valía de las personas trabajadoras, humildes y luchadoras.  Personas competentes, buenas en lo suyo, diferentes al resto. Gente preparada para dar lo mejor de sí. Pero al igual de rápido que te cambia la vida, desaparecieron ellos de sus puestos de trabajo, pasando a formar parte de una lista que nadie desea tener, pero que abunda en estos tiempos: Los amigos que perdí.

La situación actual ha cambiado tanto que las personas dejan de ser personas para convertirse en números. Da igual el talento, el esfuerzo, la valía, la constancia o el empeño. Ahora, la gran mayoría, son cifras. En muchos casos, tu nómina (si la tienes) marca tu futuro. Dejas de valer más o menos. Eres un guarismo con fecha de caducidad. Te puede, o no, llegar el momento, pero si te llega, probablemente no importe mucho tu esfuerzo y tu trabajo, solamente el color de tu número: el rojo. Resulta muy triste, pero tremendamente real.

A lo largo de los cerca de cinco años que estuve trabajando en prensa deportiva, vi caer a muchos compañeros. Unos eran amigos, otros se quedaban en “colegas” de profesión. La guadaña de la crisis no tenía sentimientos. A ella, sólo le importaban las cifras. Muchas veces pagaban justos por pecadores. Veías como tu entorno se iba reduciendo. ¡Qué injusticia! pensabas, pero no importaban los lamentos, ya estaban “amortizados”. Gente muy válida había sido despedida. Quizá eran mejores que los que se quedaban, pero la diferencia era clara: ellos tenían el número en rojo, los otros en verde…de momento.

Resulta desolador comprobar la crueldad con la que, hoy en día, los trabajadores pierden el empleo. Es muy duro, pero perder la condición de persona para, simplemente, pasar a formar parte de la cuenta de pérdidas y ganancias de una empresa, desmotiva a cualquiera. Tienes la sensación de que tu esfuerzo no ha sido valorado, tu tiempo empleado no ha servido para mucho, e incluso, en ocasiones, te puedes llegar a cargar las culpas del despido. Los famosos “y si…” pueden aparecer en tu cabeza, haciéndote creer que podrías haber bajado el rendimiento, que no eras tan bueno como creías o que tu comportamiento estos últimos meses no había sido el adecuado. ¡Olvídate! Únicamente eras un número más. 

En general, ha bajado el nivel de muchos servicios. Se intentan obtener los mismos resultados con el menor equipo posible y, esto, resulta imposible si queremos mantener la calidad. Se exprime a un solo trabajador para que saque adelante el trabajo que antes hacían dos o tres personas, exigiendo, además, idénticos resultados. Y después de todo esto, pocas “palmaditas” en la espalda, más bien algún que otro “rapapolvo”. ¡Menudo panorama!

Al día siguiente, los amigos que perdí, no estaban en su puesto de trabajo. Comienza a notarse el vacío, pero la presión por intentar hacer todo lo posible para no ser el siguiente, no te deja pensar mucho más. Será justo o injusto, pero la realidad vuelve a azotarte en la cara, demostrándote, una vez más, que no importa todo lo que hayas sudado. De momento, sigues en la rueda. Continúas estando en color verde.

 Mi experiencia, acertada o no, me dice que siempre hay que seguir luchando por lo que uno quiere. Nunca hay que rendirse. Hoy en día, encontramos multitud de personas atravesando momentos críticos y que continúan peleando por conseguir algo mejor. Ese ejemplo le tiene que servir a muchas otras. No todo está perdido. Si no te han sabido valorar en un lugar, existe otro en el que sí lo harán. La motivación personal es fundamental y, por supuesto, nunca hay que olvidar los sueños. Ya lo dije, y lo tengo claro, ellos te mantendrán vivo. Además, siempre estás a tiempo de quedar con esos amigos (si son verdaderos) ¡Eso sí!... fuera del “curro”. Creo que resulta mejor, así puedes hablar de todo tipo de temas que no sean trabajo, trabajo y más trabajo….

Dorian, banda de “electropop” española, originaria de Barcelona, publicó este mismo año el álbum La velocidad del vacío. En él, encontramos uno de sus grandes temas cuyo título es: Los amigos que perdí. El último estribillo da paso al final de la canción, donde escuchamos: Y he olvidado a los amigos que perdí
En muchas ocasiones, nuestro puesto de trabajo no depende de nosotros, pero lo que sí  está en nuestras manos es decidir el final de esta melodía. 








miércoles, 13 de noviembre de 2013

#MarcaEspaña

Cada vez que entraba en “El Salón de Cristal” del Ayuntamiento de Valencia, venía a mi mente la misma imagen. Conforme atravesaba esa puerta y contemplaba la belleza allí presente, una vez más, aquella vieja historia del Ayuntamiento de Viena y sus “fiestas” de música electrónica, provocaban en mí una sonrisa. Mientras montaba mi equipo de radio para emitir en directo la correspondiente rueda de prensa, me preguntaba, una y mil veces, qué hubiera pasado si esas noches apasionantes de electrónica en el Rathaus (así se denomina al Ayuntamiento de Viena) se hubieran trasladado al de Valencia. Sin lugar a dudas, la respuesta la tenía clara: #MarcaEspaña.


Cuando llegaba el día y el reloj marcaba las 00:00 h, el Rathaus se transformaba para albergar un auténtica velada de música electrónica. Era el año 2007 y, por aquel entonces, mi amiga Cristina estaba de Erasmus en Viena. Ésta era una de las historias que más me impactaba, aunque la de los “periódicos” tampoco tenía desperdicio. Cris, me describía cómo era la sala que acogía tal evento mientras yo la imaginaba en mi mente. Grandes escaleras, tipo “Palacio Real”, daban el acceso a la misma. Dentro, lámparas de cristal, enormes ventanales, cortinas de terciopelo, cuadros valiosos… y un sinfín de detalles que hacían de este, un lugar idóneo para los “cacos”. Y allí, con todo esto, se celebraba una auténtica fiesta, con su escenario, sus DJs, su música electrónica y cientos de personas equipadas con zapatillas de deporte, camisetas y, para que nos entendamos, ropa no muy apropiada para ir a un lugar chic. ¿Os imagináis el final de la noche y cómo acabaría aquella sala? ERROR. Eso que habéis pensado pasaría aquí, en España.


La historia de los “periódicos” me fascinaba. En Viena, al igual que en otras ciudades del mundo, los domingos, kioscos y demás puntos de venta de prensa escrita cerraban. Allí, como aquí, también salían los periódicos, sólo que la forma de venderlos era curiosa. Todos tenemos en mente la típica secuencia de las películas en la que un ejecutivo, caminando por la calle rumbo al trabajo, llega a una especie de urna en cuyo interior se encuentran varios diarios, la abre, coge uno y deja una moneda (todo esto sin vigilancia) En la capital austriaca pasaba lo mismo. La prensa la encontrábamos en una especie de poste, tipo farola, que tenía lo más parecido a una hucha y los diarios dentro de una bolsa completamente abierta (sin vigilancia) Los habitantes dejaban la moneda en esta curiosa hucha y cogían un único periódico. En Viena, todo el mundo lo hacía… ¡Bueno! ¡Se me olvida un pequeño detalle! Todo el mundo NO. Resultaba curioso, pero todos los domingos, los estudiantes que vivían en la residencias Tigergasse y Molkereistrasse, amanecían con un periódico en la puerta. ¡Qué generosidad! Ciertos compañeros de residencia, tras una noche de juerga, decidían obsequiar al resto con este detalle. La nacionalidad de los “compis” os la podéis imaginar y… ¿qué creéis que pasaba con la hucha? Ninguna moneda #MarcaEspaña


Pues sí. En el “Rathaus” no pasaba nada. La gente, después del espectáculo, se marchaba tranquilamente. Pese a lo que podamos pensar, no habían arrasado con las cortinas de terciopelo, no se llevaban “prestados” los cuadros, no habían descolgado ninguna lámpara de cristal, los ventanales seguían vivos y, por supuesto, nada de jaleos, ni “bullas”, ni incidentes... Nos dolerá más o menos, pero la diferencia es clara. Allí están civilizados. Tan simple como eso. Si no lo estuvieran, no harían estas fiestas.


Aquí somos como somos, únicos, irrepetibles, diferentes, pero poco civilizados. Nos define la frase “Spain is different” cuyo matiz puede ser positivo o negativo, según como se mire. Si aprendemos un idioma (o al menos lo intentamos) nos gusta mucho más, quedarnos con sus frases típicas. En el caso del inglés, por lo general, no tenemos muy claro como conjugar oraciones, pero todos sabemos que cuando uno dice: “Inglish”, detrás va un “Pitinglish”. Nos hemos criado con el “Ok Makey” y siempre que oyes “Yes very well” sabes que acto seguido va un: “Fandango” o en su caso “Botifarres de Teruel”. Si salimos de fiesta, salimos de verdad. Si la cuestión es gritar, gritamos y si viajamos al extranjero está claro que nos reconocen al segundo. Pero en muchos aspectos estamos, como se suele decir, “por civilizar”.


Los ejemplos de Viena son clarísimos. ¿Qué pasaría si hiciéramos una fiesta de música electrónica en El Salón de Cristal del Ayuntamiento de Valencia? Literalmente “volaría” por el aire. ¿Y si dejamos “a la venta” los periódicos en la calle “? Muy pocas monedas encontraríamos en esa especie de hucha, por no decir ninguna y, probablemente, una persona se llevaría 5,6 o 7 diarios aunque no le hicieran falta para nada. Puede parecer gracioso, pero es la realidad que tenemos hoy en día. Desconozco si son los genes heredados o que simplemente en lugar de avanzar, nos hemos estancado.


Una cosa sí que tengo clara. El ejemplo de nuestros políticos ha #marcado mucho el camino. Hoy en día, encontrar en la esfera política a personas íntegras, honorables y con valores, es casi imposible. Al final, resulta normal que si este es el ejemplo que tenemos los ciudadanos de a pié, acabemos todos igual o peor que ellos. Pero aquí cometemos un error. Nosotros deberíamos empezar por dar ejemplo aunque resulte difícil. Tenemos claro que NO queremos que nos representen personas “poco civilizadas”, por tanto, nosotros debemos ser los primeros en civilizarnos. Creo que no somos unos tarugos, que hay gente muy válida y que juntos podemos. Puede sonar a utopía, pero ¿qué hacemos? ¿Seguimos igual?

#MarcaEspaña, para quien lo desconozca, es un hashtag muy utilizado en la red social Twitter. En estos tiempos que corren en nuestro país y que no hace falta especificar, se está intentado potenciar la imagen de España en todo el mundo, por supuesto, de forma positiva. Se intenta dotar de fuerza a esa marca, nuestra marca. Pero la realidad es distinta. Sólo hace falta buscar en esta red social #MarcaEspaña para darnos cuenta de que la mayoría de los Tweets son irónicos y burlones. Ofrecen una imagen de España negativa, reflejando, en muchos casos, lo poco civilizados que estamos. Y no les falta razón.










martes, 5 de noviembre de 2013

EL EMPLEO PERFECTO

Antes de llevar a cabo esta nueva entrada, he tenido que revisar, de una forma exhaustiva, mi estado de ánimo. Parecerá una tontería, pero escribir sobre este tema tan actual y, además, tan crítico, requiere un estado de ánimo más que positivo. Como diría el gran Will Smith en El Príncipe de Bel – Air… “el destino cambió… sin comerlo ni beberlo” muchas personas de este País nos hemos visto en una situación sin precedentes: “Desempleados”.

El día después de pasar a formar parte de las listas del “paro”, todavía no era consciente de nada. En ese momento no me imaginaba que se avecinaba ¡tormenta eléctrica! Al principio, después de unos cuantos años trabajando, piensas que llega un periodo vacacional, un relax merecido después de una larga batalla. Probablemente este pensamiento sea útil durante unos días, unas semanas, pero poco más. A medida que comienzan las visitas a las oficinas de empleo,  te vas dando cuenta de que “pintan bastos”. Las falsas vacaciones se acaban, ¡y tú sin disfrutarlas! Tan rápido como decides, comienzas la búsqueda de: “El empleo perfecto”.

Pero… ¿Existe el empleo perfecto? Probablemente la gran mayoría piense que NO. La perfección no existe (o eso dicen), pero si algo he pensado, y mucho, durante estos tiempos que corren, es que, al menos, las posibles Empresas, Empresarios u Organismos Públicos que ofertan puestos de trabajo, deberían ofrecerlo. ¿Qué no? ¡Pues claro que sí! ¿O es que ellos no buscan al candidato perfecto?

En mi caso, una de las cosas que más me dolió fue “vaciar” mi Currículum. Parece mentira, pero los cursos realizados, experiencias laborales y otros datos que yo consideraba de interés, desaparecían del papel a la misma velocidad que pensaba: ¿Esto qué es? Mucha gente habrá tenido que “hacer desaparecer” más datos: Licenciaturas, ciertas experiencias laborales, incluso negar que tiene altos conocimientos sobre una materia. Si buscas trabajo de “lo tuyo” intentas reflejar todos tus conocimientos de la mejor manera posible, pero como hoy en día encontrar un empleo en tu gremio es casi una “misión imposible”, tienes que reconvertirte y acoplarte a las ofertas existentes, ajustando tu Currículum para que, ni más ni menos, seas el candidato perfecto, el que ellos quieren. ¡Veis como tienen que ofrecernos el empleo perfecto!

En la actualidad, sea cual sea el empleo ofertado, se exigen multitud de requisitos, hasta tal punto que te planteas necesitar diez años de vida para tenerlos todos. ¡Qué locura! Y cuando crees que, por fin, cumples los requisitos, que has hecho todo lo posible para tenerlos, te das cuenta de que ahora piden más, y más, y más… Da igual la profesión, todo son requisitos imprescindibles, uno detrás de otro. Tienes que dominar, controlar y saber de todo, “pilotar” tres idiomas (si puede ser conocimientos de un cuarto), ser creativo, tener imaginación, experiencia en todos los campos, saber de Astrología, Astronomía, Filosofía, Ingeniería, disponer de todos los carnés habidos y por haber, vender productos como churros, tener el famoso “don de gentes”…incluso un día nos pedirán saber “pilotar” el Air Force One. ¡Demasiado!

En mi caso, mi carpeta de archivos “CV Gonzalo Polo” no da abasto. He tenido que hacerme ¡seis! CV diferentes. Se dice pronto. Entre esto y las famosas Cartas de Presentación dispongo de más archivos de Word que dedos tengo en las dos manos. Curioso, pero cierto. Seguro que no soy el único loco.

¡Tranquilos! Por lo menos, aquí en la Comunidad Valenciana, siempre nos quedarán las Oficinas del Servef, más pendientes de tus fallos que de otras cosas, al acecho del error para, a la mínima, eliminarte de sus listas, perder la antigüedad e incluso dejarte sin prestaciones. Por no comentar la “amabilidad” general de los empleados que te atienden, más pendientes de ayudarte y solventarte las dudas y problemas que puedas tener que de su “hora de almorzar”. Dicen que la ironía en Radio no funciona, espero que por este medio sí. Y que me perdonen los empleados que sí son validos, que lo hay, pero o he tenido muy mala suerte o durante estos últimos años, este Servicio (hay que recordar que es un Servicio) debería haber ayudado más en lugar de excluir. Desgraciadamente, quizá sea por la cantidad de personas desempleadas que existen hoy en día, pero eso no es culpa nuestra. Eso sí, habría que recordarles que ellos “trabajan”, muchos otros NO.

¡Qué grande! Por si fuera poco, hay que tener el mejor Currículum Vitae, el más llamativo, el único, uno que esté por encima del bien y del mal. Hay que ser original, breve, directo, claro… Para colmo, si utilizas consejos para llevar a cabo esta mejora, unos te llevan por un camino mientras tu crees que es el mejor, pero… ¡Alto! Al día siguiente aparecen otros que te llevan por un camino completamente diferente. ¿En qué quedamos? Una vez más, ¡Una locura! Ya sé yo el porqué de mis delirios diarios. Si al final lo más normal será ocupar por completo un disco duro con la carpeta “CV Gonzalo Polo”.

Esta es la realidad con la que me he encontrado hoy en día: mi realidad. No soy un experto, ni un Coach (figura en alza durante estos tiempos), pero si algo he aprendido es a creer en uno mismo. Hay que reciclarse, renovarse, aceptar ayudas, consejos, mejoras, seguir formándose, pero nunca perder la esencia propia y las creencias. Siempre hay que seguir adelante, cueste lo que cueste, pelear por lo que quieres y sobre todo, y muy importante, no olvidar tus sueños. Ellos te mantendrán vivo.


¡Tengo clarísimo que se busca al candidato perfecto! Pero… ¿Qué pasa con el empleo perfecto?

miércoles, 30 de octubre de 2013

NOCHE DE DIFUNTOS

Serían alrededor de las 19:15 h y la “noche de Halloween” se adelantó en la parada de Metro de “Àngel Guimerà”. Sí, sí, totalmente cierto. Siempre he pensado que en ocasiones “me despisto”, y tal fue mi asombro que tuve que mirar, un par de veces, la fecha en la que nos encontrábamos. No estaba equivocado, era día 30. No me había despistado, pero delante de mí tenía un “muerto viviente”, o lo que es lo mismo, un chico disfrazado de “mono asesino”, con su “máscara” de primate y demás “atrezzo”, poco recomendable para encontrárselo en un callejón sin salida. Consciente o no, este peculiar mono, nos estaba avanzando lo que iba a pasar en Mestalla poco después. Ni más ni menos: Noche de difuntos.
¡Qué sabio el mono asesino! Probablemente iba camino del antiguo Luis Casanova, convencido de la victoria de su equipo… lo que yo desconocía es que era de la UD Almería.

Y eso fue lo que ocurrió anoche en Mestalla. Muertos vivientes por todo el campo. No me refiero a los jugadores del Valencia CF, de los cuales poco hay que decir más allá de que juegan a “algo” (fútbol sería mucho decir) en “segunda” marcha y sin pasar de 40 km/h… me refiero a los futbolistas de Francisco, colistas de Primera División, de los más goleados en España, con ninguna victoria en su casillero (hasta ayer), el agua al cuello y un entrenador más fuera que dentro. ¡Estos sí que son muertos vivientes! Decidieron aparecer por el césped de Mestalla una noche antes de su cita y sembrar el “horror” en el “Coliseo Valencianista”. Aquí no hubo “ni truco ni trato”, sólo caramelos amargos en forma de goles que cayeron como una losa y que “casi” sentenciaron a los allí presentes.

Quizá  me arriesgue mucho diciendo esto, pero tengo la sensación de que se acaba la temporada para el equipo de Djukic. No me refiero a la destitución del entrenador o lo que pueda venir. Voy más allá. Es muy probable que el Valencia CF, en la Jornada 11, haya dicho adiós a la próxima edición de la Champions, muy triste a la vez. Estamos en el mes de Octubre y la pelea por la competición europea se esfuma. Hay tres plazas aseguradas para tres equipos que desde luego se las merecen, y una cuarta que no está cara, ¡está carísima! Sinceramente, no veo a este equipo recortando 7/10 puntos. Dos meses de competición y puedes haber dicho “adiós” a Europa. Podrías conformarte con la Europa League, pero viendo al resto de conjuntos… ¿llegará este Valencia a esas plazas? Y aún nos podríamos plantear que pasará cuando en la actual competición europea en la que “pulula” este equipo, llegue el turno de lidiar con escuadras más fuertes que las hasta ahora vistas. ¿Y la Copa del Rey? Más vale no pensar.

¡No todo está perdido! Justo en el momento en el que salía de “la casa de los horrores” presencié una escena que hizo desaparecer al “mono asesino” de mi mente. Allí estaba ella, demostrándonos a todos que hay vida (nunca mejor dicho) Una mamá con su bebé en brazos, y digo “bebé” porque la criatura no debería tener más de 4 meses. Sí, sí, totalmente cierto. ¡Se lo había llevado al fútbol! Eso sí que es afición y fe.

Y a esa fe es a la que va a tener que apelar todo un club inmerso en una reconversión continua, que en ocasiones pierde el norte y no sabe encontrarlo, pero que tiene en su fiel masa social el apoyo necesario para, por lo menos, salvar los muebles. 

lunes, 28 de octubre de 2013

EL VALENCIA NO ES CONSCIENTE

Marcelino aseguró que era un partido “muy importante, no solamente para el club sino para los futbolistas y también para la afición”. “Estamos más felices que unas Pascuas”.

¡Este Marcelino es un “crack”! Con “dos frases” ha conseguido mostrarnos la realidad: El Valencia no es consciente. Una realidad de la que, desgraciadamente, ya éramos conocedores, y que muestra de una forma clara que al Valencia CF visitar “El Madrigal” no le altera la sangre, ¡todo lo contrario! Podríamos decir, de manera tajante, que le da exactamente igual. Al menos a los futbolistas… la afición ya es otro cantar. Al contrario de lo que le pasa al “submarino amarillo”.

Podemos entrar en debate y analizar el partido desde un punto de vista puramente futbolístico: analizar alineaciones, sistemas, jugadas, cambios, errores, faltas, rendimiento individual, rendimiento colectivo…y un sinfín de situaciones y circunstancias. Preguntas inevitables: ¿Canta Guaita en los goles? ¿Qué tal Pabón de delantero? ¿La mueve Banega? ¿Qué tal la defensa? ¿El Valencia es inoperante en ataque?, pero pocas conclusiones positivas se extraen y, además, tampoco hay mucho que debatir. El Villarreal fue superior en todo.

A los jugadores del Valencia no les vendría nada mal viajar a Villarreal con los aficionados, (a ver si se les pega algo) en esos autobuses que respiran valencianismo y rivalidad (sana) hacia el vecino, con esos seguidores que defienden unos colores y un escudo a cambio de nada y que sí son conscientes que viajar a “El Madrigal” tiene su cosa. En cambio, ellos, parecen aislados y nada conscientes de lo que significa un duelo regional. Muy pocos valencianos en el once de Djukic, casi ninguno, pocos criados en casa… supongo que así, es muy difícil trasmitir lo que significa “Valenciano y Valencianista”

Vamos a hablar claro: Alguien, de una vez, debería impartir clases de “Valencianismo”. Transmitir al equipo, cuerpo técnico y a quien haga falta, que si el Valencia CF es el primer equipo de la Comunidad, ¡lo tiene que demostrar!, ahora y siempre. No todo es cuestión de historia, presupuesto o masa social. Siempre hay que demostrarlo y luchar por ese puesto, ir a los campos vecinos y “arrasar” en actitud y garra, ganar con autoridad, y si no se puede, vender muy cara la derrota, marcharse con la cabeza muy alta y esperando la próxima oportunidad para demostrar que tú eres el “Grande”.

El Valencia de hoy en día, y de otros años, es la antítesis de todo esto. ¿Cuántas veces la afición “Ché” se ha marchado de campos “vecinos” avergonzada? No hace falta contestar. Puedes ser mejor o peor que el rival, tener más o menos plantilla, pero lo que no puedes aceptar es ir por ahí dando esta imagen. Insisto, se puede perder, pero no de esta manera.


Marcelino es un “crack”, ellos sí que son conscientes de lo que significan estos partidos. Parecerá una locura, pero la idea de viajar con los aficionados no le vendría mal a más de uno…y de dos.

martes, 22 de octubre de 2013

ROCK TRANSGRESIVO

Si no recuerdo mal, debía tener alrededor de 14 años. Esa edad en la que experimentas mogollón de cambios y en la que, normalmente, aún no estás definido en cuanto a tus gustos musicales, tu forma de vestir o tu propia personalidad. Habrá casos y casos, pero yo era de los que aún estaban en la “burbuja”.
Hacía un par de años de la publicación del disco “Rock Transgresivo” (aunque se comenzó a gestar en 1989 con “Tú en tu casa, nosotros en la hoguera”) y que provocaba multitud de discusiones en mi casa durante aquel verano (1996).
No tenía muy clara mi forma de vestir ni muchas otras cosas, pero sí que tenía muy claro que aquel “Jesucristo García” me volvía literalmente “loco”. Por supuesto, estoy hablando de uno de los mejores temas del grupo de rock Extremoduro.
Por aquel entonces, hacía “polvo” esa cinta de cassette de 90 (TDK) que le robaba a mi hermana para escuchar en el “Walkman” aquel disco cuyas canciones desprendían poesía en estado puro.
El mejor momento para escucharlo y dejar libre mi imaginación era la noche. Supongo que por el día estaría más ocupado en  ir a la playa, hacer carreras en bici o jugar a fútbol, pero cuando llegaban las últimas horas del día, tenía una cita con la buena música.
En mi casa todos dormían cuando llegaba en bici procedente de la playa (En Moncofar, para quienes lo desconozcan, vivo en el pueblo) Procedía rápidamente al “robo” de la cinta y me acostaba en la cama dejando que a través del Walkman oyera una y mil veces aquel disco con sus 10 canciones. El volumen al máximo. Las letras de las canciones se apoderaban de toda la casa, y digo de toda la casa, porque de ahí venían las discusiones de aquel verano.
Yo no me oía mientras cantaba y no era consciente del volumen de mis “berridos”, pero el resto de la casa sí, y mis padres no tardaban en aparecer en el cuarto para imponer la ley del silencio, sobre todo cuando escuchaban aquello de “Concreté la fecha de mi muerte con Satán”. La luz de mi cuarto se encendía, la puerta chocaba contra la pared y la cara de mi madre era un poema. Está claro que los había despertado.
A la mañana siguiente venía la discusión. No había manera de evitarlo, una noche tras otra volvía a cometer el mismo “error”.

En casa del Robe (título de este Blog) surge a finales del año pasado, aunque no ha sido hasta ahora cuando esta idea ha visto la luz. Demasiadas cosas han pasado durante este año, y no pretendo aburrir a nadie, así que vamos a dejar este periodo de tiempo entre la aparición de la idea y su puesta en escena como un tiempo de “relaxing cup of café con leche”.
Robe, para quien no lo sepa, es “la voz” de Extremoduro. Él es de Plasencia (Cáceres) y hace unos meses, una posible oferta de trabajo me iba a llevar por aquellas tierras. Pero al igual de rápido como apareció, se marchó, y al final todo quedó en un “casi”, por otro lado, muy habitual en la época en la que vivimos.
La oferta de trabajo, desgraciadamente, se marchó, pero la idea del Blog apareció, se quedó y cogió fuerza. Me veía ya en Extremadura, “en casa del Robe”, y desde allí quería escribir un Blog en el que poder contar todas mis aventuras por aquellas tierras. No lo pude hacer, mala suerte (dicen), pero comprendí que había llegado el momento de crearlo.

He cambiado mucho desde aquel verano de 1996, pero sí tengo un sentimiento que sigue vivo y que nunca se apaga: mi pasión por Extremoduro.
Esa misma pasión que ha traído la idea de creación de este Blog. Y al igual que las letras de Robe son libres a la imaginación e interpretación, las entradas de este Blog seguirán esa línea. Lo que en otros términos significa: “voy a escribir de lo que me dé la gana” (¡Qué nadie interprete mal esta frase! Es para entendernos)

Eso sí, hay una cosa que tengo clara: Si esta noche decido rememorar aquellas noches de verano, esta vez lo haré en MP3… aunque el Walkman aún lo conservo.